A Rodrigo le gustaba molestarme porque los transparentes vellitos de las piernas se me habían vuelto negros y gruesos. Incluso llegó a inventarme miles de horribles apodos, entre ellos "gime la vaca, mu" y el más doloroso "nopal". No conforme, incluso llego a componer temas musicales terriblemente incisivos y hartantes que cantaba con una constancia incansable durante clase, el recreo y en deportes. Al poco tiempo los niños de clase contagiados lo cantaban también. Era una persona muy infeliz en aquella época, incluso llegué a reprobar matemáticas y mi promedio descendió aparatosamente hasta alcanzar el seis, cosa que era a su vez escandalosa dentro de mi casa.
Un día, de la nada, soñé que el moreno de tercero de prepa me amaba. Me desperté muy extrañada del inusual sueño, sobre todo porque jamás había notado a semejante existencia. Comencé a observarlo, era comercialmente guapo y me enteré que la mitad de la escuela babeaba por él, le gustaba el futbol y descubrí que me desagradaba mucho su forma de caminar, me pareció que era demasiado consciente de su propia belleza. Se llamaba Omar y quería ser abogado. Tenía uno de los mejores promedios de su clase. Encontrar tantos contrastes en una sola persona me pareció bonito, Omar al final me gustaba mucho. Un día intenté tomarle una foto, pero terminé pasando un terrible ridículo frente a toda la escuela, sin embargo a partir de entonces debía pensar que talvez era la más tierna de sus fancitas porque cada vez que lo encontraba invariablemente me deslumbraba con su sonrisa de dentista frecuente. Me temblaban las piernitas y Rodrigo y sus terribles acosos eran ahora un hecho transparente.
Pensé que no era suficientemente digna para ser su fan y estudié con terquedad hasta alcanzar el 9.5.
La última vez que lo ví cuando yo tenía 13 y él 18, traía el virrete y la toga puestos. Yo lo miraba desde las gradas triste triste porque mi amor platónico desaparecía para realizar su sueño. Mi mamá, que le encantaban las historias de amor, había asistido también a la graduación de este desconocido y le miraba sonriente desde el asiento de al lado.
"Oye creo que te esta mirando". Pero por supuesto que no me miraba. "En serio que te esta viendo". Y tiene la osadía de levantar la mano y saludarlo desde la lejanía. Pero lo más sorprendente había sido el dichoso Omar con una risita abierta devolviendo el saludo. Talvez al final si que me estaba viendo.
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