domingo, 3 de octubre de 2010

cuento número nueve

La última vez que habíamos cortado, creo que había sido cuando había empezado a gustarle la niñita esa y yo me sentía tan celosa, no quería permitir ni que me pusiera el cuerno o que bajo esa fachada de civilidad fuera saliendo con ella a tantear las aguas. Nos peléabamos mucho y alguna vez cuando fuimos impulsivos marcamos una raya.
Me hacían llorar canciones como "Leaving on a jet plane" o "I don't wanna miss a thing", todo el dísco "Bajo el azul de tu misterio" me colocaba en un estado de melancolía y tristeza que extrañamente se me sigue manifestando hasta ahora. Miraba mi cuerpo, le preguntaba porqué se sentía así y qué procedía ahora. El cuerpo se sentía como se sentía. Lo extrañaba con todas mis uñas y a veces hasta con el cabello. Y la verdad absoluta es que mi cuerpo estaba lleno de amor y por ello era tan difícil.
El día de mi graduación de secundaria, había tres chambelanes, Kike, un pretendiente rechazado, Memo Hermosillo y él. Miré desde la entrada las tres posibles opciones y me temblaban las manos de pánico de pensar que tendría que entrar de su brazo. Entonces llegó Memo, sonriente, guapo y elegante salvando la terrible circunstancia, ignoro porqué era tan necesario entrar del brazo de un hombre, pero esa noche amé a Memo Hermosillo.

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