Las cosas comenzaron a ponerse feas el día en el que tuvimos que sacar las cosas a la mitad de la noche. Habíamos comenzado a tener problemas en ese mismo instante porque tengo esta necesidad de evadir los problemas. "Me voy a México" le dije. Y se puso triste porque él acababa de llegar.
Ese mes comimos solo galletas y se nos inflaron los cachetes por las pizzas, los panes y la ausencia de verduras en nuestra dieta. Era extraño tener todas nuestras cosas empacadas en la sala de Regina y dormir con los libros atrancando la puerta para que el gato no entrase por la noche a olernos la cara.
Estábamos tan tensos por no tener dinero ni casa y por haber conocido a aquel personaje que estaba tan terriblemente loco que nos conocimos en nuestros peores momentos. Pensé que si aguantábamos eso, podríamos aguantar cualquier cosa.
Era extraña la sensación que tenía mientras íbamos recorriendo otros barrios y a veces otras ciudades, como si nos conociéramos de toda la vida, talvez de otras vidas porque aprendimos a vivir la adversidad con un poco de humor. "Abre las manos porque viene nuestro tiempo de abundancia" nos gustaba decir y sonreíamos de que en un tiempo que podía ser tan difícil pudieramos encontrar dentro de nuestro cuerpo la capacidad de encontrar humor. En nuestros tiempos adversos aprendimos a ser amigos, aprendimos a amarnos más profundamente y a confiar con los ojos cerrados. Dos mil ocho fue para nosotros uno de los años más duros de nuestra vida, nos mudamos varias veces, tuvimos que pagar tantísimos depósitos, comer tanta comida chatarra y a veces también pasar hambre, repartimos currículums juntos y a veces también lloramos juntos.
Ahora que tengo que repartir los currículums yo sola a veces nos seguimos riendo y haciendo bromas sobre la abundancia y que en realidad el problema es que mis manos no han sido suficientemente grandes, que hay que comprar guantes o algo asi para que pueda agarrar todo lo bueno que esta cayendo. Recuerdo esos tiempos duros y pienso que talvez si no hubieran estado ahi, no pondría el hombro como lo pone ni me ayudaría a levantarme como me ayuda cuando me siento derrotada.
Alguna vez en mi desesperación aquel tiempo leí un horóscopo, me parecía irreal que no existiese alguna alineación astral jodiéndome la vida. De una forma chistosa, el horóscopo coincidía conmigo, porque decía que Saturno estaba sobre mi signo, Saturno es el maestro y va a obligarte a cambiar y a tomar todas las decisiones que normalmente tú no tomarías. Saturno te va a enseñar con dolor, pero una vez que superes el transe, serás más fuerte, habrá cosas más sólidas en tu vida. Saturno salió justo el año pasado de mi signo, me miro por dentro y me pregunto dónde se alberga el aprendizaje si es que ocupa tanto espacio como dicen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario