lunes, 15 de noviembre de 2010

cuento número cincuentaiuno

Mi papá siempre hacía comentarios después de terminar alguna frase
como "que dios la tenga en su gloria, aunque la verdad no lo creo"
para referirse a la bisabuela Luchita. Nunca supe nada en especial de
ella, salvo su célebre calvicie y que era una mujer muy pequeña.
La historia del bisabuelo era aún más misteriosa y llegué a forjar el
pequeño hobby de recolectar teorías e historias acerca de él.
En principio lo que todos sabíamos era que él había nacido en
Barcelona, en la calle Mercé (donde ahora viven todos mis parientes
lejanos) y que era un hombre bastante seco, que no gustaba de hablar
ni de hacer piojito a sus nietos.
Muchos años después de su muerte (yo nunca lo conocí), costó muchos
esfuerzos encontrar a la familia perdida que había dejado en
Barcelona, que resultó ser una estirpe de catalanes que antaño habían
sido célebres artistas encargados del trono papal (o algo así). Una
vieja familia pues. Así que todos nos preguntamos al ser partícipes de
tanta felicidad por semejante encuentro, de cuál habría sido la
supuesta razón de que la comunicación entre mi bisabuelo y sus
hermanos se hubiese perdido.
Alguna vez, en alguna visita el sobrino del bisabuelo le preguntó a mi
papá que qué había pasado con la herencia que había dejado a su madre
y a sus hermanos, para mi papá simplemente encogerse de hombros
diciendo que le preguntaran a la otra ala de la familia que se había
quedado con todo, así que descubrimos que el bisabuelo era en realidad
el bandolero de Barcelona y que le había robado todo a su familia.
El tío Lau decía que esa teoría era incorrecta, que la verdad de
porqué había desaparecido la comunicación era que él había osado
casarse con una mexicana y que en ese entonces los mexicanos eran
vistos como indios pata rajada y que era una gran afrenta a la
alcurnia de una familia tan viejay tan honorífica.
Tiempo después, muchos años, platicando el día de mi cumpleaños con la
nieta de semejante personaje, me contó que todas esas teorías eran
mentira, porque el Bandolero en realidad tenía un excelente puesto de
trabajo, tenía dinero y estabilidad. Ella pensaba que la verdad era
que todos sabían que había dejado una novia en España y que nunca
había podido volver por ella, casándose con esta mujer que ella
describe como "malamada", la misma de quien saqué la estatura y por
quien según mi papá me quedaré calva precozmente. Dice que siempre
estuvo celosa, por aquella mujer que no veía pero que tenía cautivo el
corazón de su esposo.

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