Los catorce de febrero nunca fueron un drama. A veces eran una sorpresa, como el día medio año después de batear a Beto telefónicamente que había comprendido el secreto de cómo hacer que alguien te quiera. Todos esos meses habíamos hablado interminablemente y al tener las intensiones sobre la mesa simplemente había que cazar a la presa y esperar sus reacciones no con otra cosa más que con un vaso lleno de espera. Finalmente a mi Beto me gustaba mucho y el catorce de febrero que me regaló una rosa y volvió a pedirme que fuera su novia, él ya sabía lo que le iba a decir y contrario a aquella embarazosa situación del teléfono, este era solo un trámite, uno muy dulce.
El año siguiente yo ya no andaba con Beto, era aquel año horrible en el que gracias a que no solo ya no era su novia sino que me había convertido en su exnovia todos los niños de la clase me odiaban y gustaban de hacerme el día, el año y en si la existencia pesados como una roca.
Aquel catorce de febrero todas mis amigas se habían ido a la tardeada de turno y yo me había quedado sola en casa enferma de algo, un poco triste. Hasta escuchar la campana de la puerta y ver a Jorge Snyder, a su vez otra víctima de la sociedad pero a quien yo llamaba mi protegido y le quería aunque nadie más le quisiese, cargado con su Super Nintendo y el juego de pelea de Dragon Ball Z, donde incluso podías escoger a Freezer como personaje. "Porqué no fuiste a la fiesta?" le pregunté, contestándome que el cartoce de febrero estaba hecho para pasarlo con los amigos y que su amiga estaba enferma. Pasamos toda la tarde batallando hasta agotar el nintendo, fue uno de los catorce de febreros más bonitos.
Hubo otro año en el que creo que le gustaba a Julio, pensaba eso porque alguien alguna vez me lo dijo, pero la verdad es que nunca estuve segura. Así mismo era el año en que el hombre de la regla me perseguía y yo intentaba escapar a sus constantes intentos. Era uno de los años en que quise a Mike, lo quise por tanto tiempo que incluso se me ha olvidado cuántos años fueron.
Así, imaginarán el terror que se sembró aquel catorce que el chico de la regla me regaló una rosa para diez minutos después recibir un globo gigante de parte de Julio que decía "te amo", muerta de la risa lo miraba porque sabía que era incapaz de escoger un globo tan insensatamente sincero y estaba segura que había sido un error de los repartidores, al percatarme de cómo estrellaba constantemente su cabeza contra la superficie de la mesa estaba segura que así había sido, sin embargo el chico de la rosa evidentemente no conocía a Julio y no sabía que había sido un error pues estaba furioso balbuceando cosas ese día en clase de artísticas. Esta misma tarde le había confesado a Inés que estaba furioso porque se había esforzado mucho en inventar cosas de Mike para reducir mi tolerancia y propiciar cada vez más problemas, dijo cosas como "Mis esfuerzos para hacer que terminara con él estan siendo aprovechados por Julio" y me sentí como una idiota utilizada y no volví a hablarle hasta 4 años después cuando tuvimos que hacer un trabajo juntos. Desde entonces aprendí que por más descabellada que una decisión pueda parecerle a los demás, si es tuya, tienes que defenderla hasta que tu cuerpo no pueda más.
Aún así, guardo los catorce de febrero como una fecha de especial clarividencia y revelación.
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