viernes, 19 de noviembre de 2010

cuento número cincuentaicuatro

Mi primera semana me daba miedo salir a la calle, tenía la extraña
sensación de que me perdería y nunca más podría regresar a mi casa.
Creo que incluso no salí las primeras tres semanas, así que cuando
encontré un mapa por ahi pensé que podría arriesgarme y sali con mis
cosas a conocer el barrio. En ese entonces vivía en el centro de la
ciudad cuando era mas crudo, en la noche había gente muy loca o muy
borracha así que nunca permanecía hasta demasiado tarde. El barrio de
al lado era el raval, que viniendo de un país donde casi no hay
extranjeros y de cierta forma vives contagiado por ese miedo por la
gente del medio oriente que nos ha transmitido Estados Unidos, al
adentrarme en aquellas callejuelas plagadas de Pakistaníes entre un
poco en pánico y comencé a caminar más y más rápido. Caminé unas
cuantas horas hasta que se me acercó una de estas personas, con la
piel oscura oscura y unos preciosos y gigantes ojos verdes.
Te vengo siguiendo desde hace cuatro calles, me pareces muy bonita,
ven a tomar un café conmigo. Y yo, asustada y joven no sabía que
contestar. "No no". "Pero no tienes nada que hacer, vamos". "No no".
Mi experiencia fuera de casa me resultó traumática y no quise volver a
salir hasta el día que me echaron de ahi, decir que no siempre me
había dejado terribles remordimientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario